La exguerrilla FARC enterró su sigla de guerra en la política y en adelante pasará a ser el Partido Comunes, anunció este domingo la formación de izquierda tras celebrar su segunda asamblea desde que firmó la paz en 2016.
Los excombatientes decidieron dejar atrás el acrónimo de Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común, ante el daño que han causado a su proyección política las disidencias de las antiguas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, que mantienen el nombre de FARC y que se marginaron de los diálogos para seguir desafiando al Estado.
«Somos Comunes, es nuestra nueva imagen. De hoy en adelante somos el partido Comunes, y el partido de la paz, la reconciliación y el amor para la vida», señaló en Twitter el excomandante y portavoz Pastor Alape.
El cambio fue anunciado al término de una asamblea en Medellín, que contó con la participación de solo unos cuantos delegados debido a las restricciones por la pandemia, y en medio de fracturas dentro de la organización.
Resistido por un ala de la antigua guerrilla, el jefe del Partido Comunes, Rodrigo Londoño, reconoció en días pasados que la sigla FARC evoca «la guerra» y «el dolor» que dejó más de medio siglo de levantamiento armado con millones de víctimas de por medio entre muertos, desaparecidos y desplazados.
Así, los antiguos rebeldes quisieron dar un vuelco a su imagen previo a las legislativas y presidenciales de 2022.
En su primera incursión electoral, en 2019, el también conocido como ‘partido de la rosa’ – por la imagen en su logo – fracasó estrepitosamente y desde entonces se han profundizado las divisiones internas, mientras decenas de excombatientes han caído asesinados.
Según sus líderes, al menos 250 de ellos han muerto en la espiral de violencia que siguió a la firma de la paz. Detrás de la arremetida están las disidencias y otros grupos armados que siguen azuzando el conflicto con los recursos inacabados del narcotráfico y la minería ilegal.
En la reunión de este fin de semana, la otrora agrupación armada optó por el nombre de Partido Comunes entre otras dos alternativas: Unidad Popular del Común y Fuerza del Común, según explicó Sandra Ramírez.
La dirigente ocupa uno de los diez escaños que le fueron reservados a las disueltas FARC en ambas cámaras del Congreso, como parte del acuerdo de paz que desmovilizó a unos 13.000 exguerrilleros, el grueso de la organización.
Según las Fuerzas Militares, otros 2.500 rebeldes están con las disidencias que, sin un mando unificado, se han venido fortaleciendo en puntos alejados del territorio.