Desde hace algunos meses, en Bolivia, diferentes personajes públicos comenzaron a revalorizar los tejidos andinos a través de fotografías y videos en los cuales utilizaban prendas y accesorios hechos a mano por mujeres indígenas de la localidad de Santiago de Huari, en el departamento de Oruro.
Dicha iniciativa surgió como parte del proyecto de Huari, parte de la Cervecería Boliviana Nacional (CBN), con el fin de lograr que los tejidos andinos vuelvan a ser patrimonio cultural de Bolivia.
La importancia de lograr ese objetivo surge tras comprobar que quedan muy pocas mujeres tejedoras en la localidad de Santiago de Huari, entre otras problemáticas que impactaron severamente a la producción textil de la comunidad. De hecho, se trata de la última generación de mujeres tejedoras que, desde su oficio, aportan con el arte de hilar a mano la historia de una población.
Imitaciones industriales, mercado limitado y la falta de valorización son algunos problemas que existen actualmente dentro del oficio de los tejidos andinos. A esto se suma el contrabando que golpea al sector textil, que se trata de un negocio ilícito como actividad criminal y organizada, donde los comerciantes internan ropa de forma ilegal y prendería usada por diferentes fronteras del país.
Los tejidos andinos bolivianos se caracterizan por sus diseños, simbología, materiales y colores vivos que, en cuyos lienzos, las tejedoras resaltan y rescatan la historia de su pueblo y su cultura.
En la época prehispánica, las mujeres indígenas lograron tejer los más finos textiles, los cuales fueron valorados por los más altos rangos de la sociedad indígena y utilizados para realizar diversos rituales religiosos.
Los tejidos andinos tienen una función utilitaria y las raíces e identidad de la vestimenta también son parte esencial de dicho elemento.
Los tejidos de Bolivia son de colores muy vivos y capturan la atención de quienes los observen.
La cultura y el origen son parte muy importante en la formación de estos tejidos.
En la actualidad, diferentes tejidos como el aguayo, son utilizados como instrumento de carga. Una gran cantidad de la población en el occidente del país, utiliza el aguayo para cargar a sus bebés, las compras de mercado y para realizar “atados” con diferentes objetos dentro.
Estas mujeres se cargan el aguayo en la espalda y les facilita realizar su trabajo o caminar hasta su destino.
Por su parte, en otras regiones de país, entre ellas las poblaciones de los alrededores del Lago Titicaca en La Paz, las comunidades de la provincia Huari en Oruro, y algunos pueblos de los departamentos de Cochabamba, Potosí y Chuquisaca, las mujeres y varones indígenas, además de llevarlo como instrumento de carga, utilizan otro tipo de tejidos como parte de su vestimenta originaria.
El surrealista tejido de Potolo o Jalq´a, de Chuquisaca, es considerado uno de los más sobresalientes del país por sus diseños de animales salvajes, Khurus y la visión caótica del universo. Asimismo, cada región posee características únicas que los distinguen el uno del otro, entre ellas: la técnica, colores, diseño, textura y material.