Las lágrimas de Damiana Quispe describen el dolor que provoca la ausencia de Clemente, su yerno, víctima fatal de la denominada masacre de Senkata en noviembre de 2019, durante el régimen de Jeanine Áñez.

El día del hecho, 19 de noviembre de 2019, Clemente Eloy Mamani Santander, un joven cristiano de 23 años, acompañaba a su cónyugue al control prenatal en el quinto mes de embarazo. Ambos pasaban por la zona de Senkata de la ciudad de El Alto.

De pronto, le llamó la atención el pedido de auxilio de un tumulto de gente. Se acercó con el ánimo de dar socorro y encontró la muerte. Recibió dos impactos de bala. Ese instante, se ejecutaba un operativo de fuerzas combinadas entre militares y policías en la zona para reprimir a sectores movilizados que cuestionaban el régimen.

“Quiero justicia para mi yerno, tenía una vida por delante y me lo mataron”, reclama Damiana Quispe, en entrevista con el programa Somos Democracia, una alianza de medios estatales que da la voz a familiares y víctimas de la masacre en El Alto.

Al igual que Clemente Eloy Mamani Santander, otros nueve civiles perdieron la vida y 31 quedaron heridos a causa del operativo que se ejecutaba bajo el Decreto Supremo 4078, norma que deslindaba de responsabilidad penal a los uniformados que usaban armas de guerra.

Damiana Quispe lamenta que lo sucedido en el régimen de Áñez afectara tanto en lo emocional como en lo económico a su familia, sobre todo a su hija que quedó viuda, con un bebé y con deudas. Como madre, comparte el dolor: “Mi yerno era inocente”.

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