Bolivia vive un momento trascendental en la historia latinoamericana. Situada en el corazón de América del Sur, este año el país cumplirá 198 años de vida independiente y 14 como un Estado Plurinacional incluyente, autonómico y solidario.

Fundada a partir de la revolución impulsada por Simón Bolívar, Antonio José de Sucre y otros grandes héroes americanos, este nuevo Estado al mando de Luis Arce enterró el antiguo sistema colonial y excluyente.

Todas las sublevaciones ocurridas en nuestra amplia geografía tuvieron un carácter especial, porque en ellas los criollos y mestizos se unieron a los levantamientos indígenas.

Y, en la Bolivia de hoy, como en esos históricos movimientos revolucionarios, el pueblo se encuentra nuevamente unido.

Con la Constitución Política del Estado aprobada por amplia mayoría en 2009, el Estado boliviano incorporó paulatinamente los derechos de la mayoría campesina, indígena y originaria marginada de la vida republicana.

Después de más de 500 años en el Abya Yala, como antiguamente se conocía a nuestro continente antes de ser rebautizada por los conquistadores, y trascurridos dos siglos desde que se proclamó la independencia iberoamericana, por primera vez los ciudadanos indígenas son parte de las decisiones de la sociedad civil organizada.

El proceso de cambio, que se inició en 2006 con el primer indígena Presidente en la historia boliviana, está marcada por la recuperación de las empresas del Estado, la nacionalización de hidrocarburos y la convocatoria a la Asamblea Constituyente que trajo consigo un nuevo pacto social y la anhelada refundación del país.

Sin embargo, la redistribución de la tierra y de la riqueza obtenida por la explotación de los hidrocarburos, han sido fuente de tensión política y social promovidas por sectores de oposición.

A pesar de ello, con las ganancias por la explotación de los recursos naturales de manera sostenible,  las mujeres embarazadas reciben un bono, mientras que a los ancianos, a través de la Renta Dignidad, se les entrega anualmente un subsidio estatal.

El país fue declarado libre de analfabetismo y la alta tasa de deserción escolar fue reducida notablemente desde la aplicación de la política para conceder un subsidio económico a los padres de niños que asisten a la escuela primaria y secundaria.

Diversos estudios indican que entre el 70 y 80% de la población boliviana –entre ancianos, madres gestantes y niños–  ha recibido dinero adicional a través de uno de esos subsidios estatales.

El presidente Luis Arce señaló en su momento que, las bases de la transformación económica y social, a través de la ejecución del Modelo Económico Social Comunitario Productivo, se iniciaron en 2006.

Con la aplicación del modelo, dijo el mandatario, entre 2006 y 2019 Bolivia se constituyó en un referente en materia económica en la región, liderando el crecimiento económico en cinco años: 2008, 2013, 2015, 2016 y 2018.

Los grandes avances económicos y sociales de la década pasada se vieron truncados por la ruptura del orden constitucional en 2019, que derivó en una severa crisis económica como consecuencia del mal manejo de las finanzas públicas, el retorno al viejo modelo neoliberal y la mala administración de la pandemia durante la gestión 2020.

En este nuevo momento histórico boliviano, en el que se recuperó la democracia, donde se recobran saberes de las múltiples culturas que conviven en el país, el Gobierno del presidente Arce avanza para acabar con la postergación  y desarrolla políticas públicas que respetan los Derechos Humanos y las diferencias entre mujeres y hombres en el marco, precisamente, del Vivir Bien.

El Vivir Bien —“tamanah”, en aymara; “sumaj kausay”, en quechua, y » fiande reko» (vida armoniosa)  en guaraní, conceptos contenidos en la Constitución boliviana— es la expresión cultural que condensa la forma de entender la satisfacción compartida de las necesidades humanas más allá del ámbito de lo material y económico, porque incluye la afectividad, el reconocimiento y el prestigio social y éstos aspectos están explícitamente contemplados en el Modelo Económico Social Comunitario Productivo.
Desde el 8 noviembre de 2020, cuando Luis Arce tomó el mando de la nación por la vía democrática, después de ganar el verificativo electoral con un histórico 55.11% del voto popular, la aplicación de políticas públicas altamente inclusivas permitió al país reducir las históricas  brechas de pobreza.

Durante el gobierno de Jeanine Áñez, los indicadores sociales sufrieron importantes deterioros: 300 mil personas retornaron a niveles de pobreza moderada y 120 mil personas a pobreza extrema; a la par, más de 115 mil personas perdieron su fuente laboral, incidiendo en un incremento de la tasa de desocupación de hasta 11,6% en julio de 2020, el más alto en la historia reciente de nuestro país.

Ese deterioro se vio explicado por una abrupta paralización de la inversión pública.

Las exportaciones cayeron en más de 21% en 2020 y las importaciones en más del 27%, provocando un menor flujo comercial que terminó con el cierre de empresas y la paralización de obras públicas.

Ante ese escenario de crisis e incertidumbre, el pueblo boliviano se unió y se movilizó hasta recuperar la democracia, primero en las calles y luego en las urnas.

A pesar de que los años 2021 y 2022 fueron de gran tensión política y social por responsabilidad de los promotores del golpe de Estado de 2019, en el primer año de la administración de Luis Arce, un reputado economista, se retomó el  Modelo Económico Social Comunitario Productivo y se reencauzó la economía.

El compromiso del pueblo boliviano con la democracia y el proceso de cambio permitió a la actual administración gubernamental alcanzar una tasa de crecimiento del Producto Interno Bruto del 6.1% en 2021, por encima de países como Brasil, Uruguay, Paraguay y Ecuador, que venían de recesiones menos severo.

Arce, igualmente, revirtió la paralización de las obras de inversión pública y les asignó el rol protagónico como motor de crecimiento económico.

El Gobierno diseñó medidas para reconstruir la economía, luchar contra la pobreza y la desigualdad y creó las condiciones para generar riqueza a través de la Nacionalización de los Hidrocarburos, el apoyo a la minería, el impulso a la agricultura y el fomento a la industria, la ciencia y las tecnologías.

De hecho, en cumplimiento a lo que establece  la Carta Social de los bolivianos, hay grandes avances en la educación pública y la salud de la población, elementos que son, además, componentes indispensables en la nueva Bolivia Plurinacional.

Se concretó también la promesa electoral del Bono Contra el Hambre, se estableció la devolución del IVA a los sectores de menores ingresos, se creó el Impuesto a las Grandes Fortunas, se introdujo el crédito para proyectos de inversión orientados a la industrialización con sustitución de importaciones, entre otros grandes logros.

En virtud a esas políticas de Estado se redujo la pobreza moderada y extrema de un 39% en 2020 a un 36,3% en 2021; y de un 13,7% en 2020 a un 11,1% en 2021.
Con estos resultados, Bolivia se convirtió en el país que más redujo la pobreza en el 2021 en la región.

La política de redistribución del ingreso, a su vez,  redujo la desigualdad de 0.45 a 0.42.

Bolivia, con 36 nacionalidades; diferentes culturas y lenguas; valles, bosques y tierras altas; es única en el mundo.

Y los pueblos que habitan en el Estado Plurinacional no tienen la voz embargada para reclamar por sus justas necesidades que son, en definitiva, cómo Vivir Bien.
Como en 1825, de norte a sur en aquella Bolivia indígena, morena, mestiza y criolla, hoy también, con esos mismos protagonistas en el Estado Plurinacional soplan tiempos de cambio en el país.

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