Los pueblos defensores de nuestra Madre Tierra difundieron un manifiesto que sientas las bases para salvar la naturaleza, la humanidad y a nuestra Madre Agua.

A continuación, el texto completo del “Manifiesto del Agua para salvar a los seres vivos, a la humanidad y sanar la leche de la Madre Tierra”:

En nombre de nuestros ancestros que nos acompañan y que nos acompañarán siempre  en nuestras luchas y nos comunican la antigua sabiduría, los pueblos originarios tomamos la palabra desde Tiwanaku, desde Samaipata, desde los mojeños, desde Machu Picchu, desde Cuzco y nos dirigimos a los cuatro vientos del mundo, a los pueblos del norte y a los pueblos del sur para manifestar que un mundo muy diferente y contrapuesto al actual mundo basado en el antropocentrismo, no solo es posible, sino que es más necesario que nunca.

Afirmamos que el agua no es solo objeto, cosa o mercancía, tampoco un mero recurso; es un ser que vive, genera vida, cría, siente, irradia energía y sanación. El agua es el conector con el espíritu del universo, en cada gota vemos la sabiduría de la vida. Estamos hechos de agua. Somos seres de agua.

Ratificamos que la actual civilización humana atraviesa la mayor crisis a la que haya sido arrastrada y lleva hacia el colapso a la vida en el planeta.  Todo está en riesgo. Nuestras montañas, nevados, lagos, abejas, están en riesgo por culpa de este modelo capitalista occidental, por eso nuestra lucha contra el capitalismo porque ha puesto al borde del abismo a nuestro planeta. El mundo está a punto de sufrir un colapso global, por eso tenemos que empezar acciones para salvar, curar, proteger y cuidar el agua porque sin el agua no hay vida.

El siglo XXI es heredero de cinco siglos de expansión del modelo civilizatorio moderno-capitalista, que desarticula y destruye nuestro sistema de vida. Nos encontramos frente al colapso civilizatorio del mundo moderno por lo que es necesario dar un giro radical al pensamiento y la existencia de la humanidad, desaprender lo que creíamos saber y aprender de nuevo desde la sabiduría de las civilizaciones ancestrales y milenarias, desde la cultura de la vida. La sabiduría de nuestros pueblos originarios no es parte del pasado, es el futuro de la humanidad.

Así, los pueblos defensores de nuestra Madre Tierra, manifestamos y proponemos a la conciencia del mundo las siguientes bases para salvar nuestra naturaleza, a la humanidad y a nuestra Madre Agua.

  1. El Vivir Bien como el horizonte de la civilización de la vida y del agua para la vida

El sistema mundial capitalista pretende reducir toda la vida a un mero recurso mercantil, promoviendo la destrucción sistemática de la biodiversidad de la Madre Tierra, rompiendo los ciclos naturales de regeneración y reproducción de la vida y poniendo en riesgo la continuidad de ella misma.

El horizonte civilizatorio del Vivir Bien, que nace de las naciones y pueblos indígenas, plantea la necesidad de restituir al agua en el centro de la vida, de respetar a nuestra Madre Tierra  como la fuente sagrada de toda forma de vida.

Debemos transitar hacia el horizonte civilizatorio del Vivir Bien que promueven nuestras comunidades de vida cosmobiocéntricas, donde el agua es la fuente creadora y criadora de la vida. El sendero del Vivir Bien nos conduce al reencuentro con la naturaleza para dignificar la propia existencia humana y superar la múltiple crisis actual que afecta al mundo entero.

 

  1. La Madre Tierra como sujeto de derechos y derechos de la naturaleza al agua

El antropocentrismo y el mercado-centrismo tienen que ser sepultados porque nos han llevado a una sociedad del oscurantismo, de la avaricia y del individualismo.

Es tiempo y momento de reconocer al planeta tierra y la sagrada Madre Tierra, su calidad de sujetos de derecho y de seres vivos, ante la vulnerabilidad y amenaza que actualmente sufre su existencia.

Es necesario restablecer nuestra originaria relación con el agua a su relación natural entre mutuos seres vivos, con respeto a su carácter sagrado y regenerador de toda manifestación de vida.

  1. Eliminación del acceso desigual y desequilibrado al agua

Ningún hijo puede estar alejado de la madre. Todos los seres humanos y seres vivos debemos recibir sus dones para dar continuidad a la vida, sin lucro y sin acaparamiento. Necesitamos del agua, no sólo en una cantidad necesaria, sino también con una calidad adecuada.

El agua como origen de vida debe ser abundante. Nuestra comunidad mundial debe vivir en armonía con la Madre Tierra. El agua debe ser purificadora, fresca y saludable para todos sus hijos.

Atender al llamado de la vida supone restaurar las condiciones que hacen posible su reproducción, movilizar nuestras capacidades en la sanación, reposición, restauración, y renovación de las condiciones de posibilidad de su propio ciclo vital.

  1. El agua es de interés público y colectivo para todos los seres vivos de la naturaleza

El agua como ser universal y sanador es de interés público y colectivo, no sólo para los seres humanos,  sino para todos los seres vivos y la naturaleza, por tanto, no es compatible con la propiedad privada, desde donde se impulsa y desarrolla la lógica egoísta e individualista del capital-centrismo y del mercado-centrismo.

Tenemos la obligación de detener cualquier fuerza política, ideológica, económica o de cualquier índole que pretenda priorizar y jerarquizar el uso del agua con fines comerciales. La privatización del agua es la mayor abominación del capitalismo.

El agua es libre y por lo mismo tiene que fluir libremente sin presiones, sin poderes y sin dueños. Los servicios para la provisión y gestión del agua deben ser colectivos e incluyentes.

  1. El agua es un bien común global esencial para la reproducción de la vida

Las corporaciones transnacionales con el poder del dinero y la sumisión de algunos Estados pretenden ocupar y controlar todos los rincones del planeta. Para ellas, el agua sólo es fuente de lucro y dinero, porque el control de las fuentes de agua les significa tener el dominio del planeta.

Nuestra defensa de la vida es también la defensa de los bienes comunes globales. El espacio atmosférico y el agua son de todas y todos porque nadie es dueño de la Madre Tierra y del cosmos. Nadie puede ser dueño de la Madre dadora de vida. Los pueblos del mundo debemos insistir en que la humanidad recupere el sentido de unidad, dependencia y pertenencia a la vida.

  1. Colectivos y comunidades de vida son la garantía para la defensa y cuidado

 

La acción colectiva de los pueblos es como las gotas de agua en el océano. Solos y divididos somos insignificantes, pero unidos somos una fuerza incontenible. La acción colectiva de los pueblos es la fuerza vital para garantizar la reproducción de la vida con un manejo responsable y con respeto por el agua.

Las comunidades de vida no son solamente una mera organización social, sino el criterio organizador de una forma de vida en plenitud, donde se proyecta una vida verdadera, digna, justa y libre, más allá del bienestar económico, social y ambiental. El agua es el nervio central y vital de las comunidades de vida.

Tenemos que reconocernos nuevamente como hijas e hijos, como hermanos y hermanas de la misma Madre. Esto significa volver a ser comunidad, producir comunidad y hacer que la comunidad vuelva a ser el modo de existencia plena de la humanidad.

  1. La crianza del agua es la protección de la fuente de vida

Así como criamos a nuestros hijos e hijas tenemos que criar, cuidar y proteger el agua como fuente de vida. Nos criamos y protegemos mutuamente como semejantes y diferentes. Así como el agua nos cría y protege, nosotros tenemos que criar y proteger al agua, porque somos complementarios. Criar agua, cosechar agua, es parte de una nueva concepción que los pueblos y las culturas indígenas nos sugieren como uno de los modos de convivencia más natural con la vida.

La crianza del agua se realiza con respeto, cariño y cuidado; protegiendo su integridad como biodiversidad, generación y regeneración armónica, en equivalencia y complementariedad con las comunidades que conviven en y con ella.

Significa hacerla vivir en un ambiente sano, limpio, saludable y como fuente de vida, libre de contaminación que deteriora los sistemas de vida. Criar la vida significa cantarle y festejarle con alegría, en el tiempo y lugar que su propia sabiduría exige.

  1. El agua es esencial para los sistemas de vida, el desarrollo integral y el Vivir Bien

El agua conforma sistemas vivientes dinámicos constituidos por la comunidad indivisible de todos los sistemas de vida y de los seres interrelacionados, interdependientes y complementarios, que comparten un destino común y se definen por su relación con el sistema como un todo.

El agua aporta a la vida en su sentido más amplio, no es solamente al desarrollo biológico de la vida, sino que sostiene la vida social, económica, política, ambiental y espiritual. El agua desde tiempos ancestrales es fuente de irradiación de energías y sanación de enfermedades para la prolongación de la vida de las comunidades, no solo humanas, sino de todo lo que existe en el taxpacha.

  1. El agua es insustituible y garantía de la existencia de vida natural en el planeta

Las sociedades capitalistas modernas pretenden llevarnos a ciegas hacia el transhumanismo, haciendo lo posible e imposible para transformar la vida natural en inteligencia y vida artificial. Nuevos tipos de seres vivos están apareciendo en los laboratorios de la biotecnología moderna con el potencial de cambiar lo que estructuralmente conocemos como vida.

Lo natural no está separado de lo humano, lo natural es la esencia profunda de la existencia humana, que se abre a lo sagrado y al tiempo eterno, somos de Wiñay Marka, hermanos. Somos de pueblo eterno. Debemos rescatar la visión del ser humano, no enajenado de lo natural.

  1. El agua de los mares y océanos es un patrimonio de la humanidad

El agua de los mares y océanos deben respetarse, cuidarse y compartirse, ya que no pertenecen solamente a los países costeros porque no distinguen fronteras políticas ni banderas. Los mares son de todos los seres vivos y para todos los pueblos del mundo.

Nuestros mares y océanos se encuentran en gran peligro. Su mayor amenaza es el sistema capitalista inhumano que provoca la contaminación sin precedente de los océanos, la excesiva explotación de los recursos marinos vivos y la alteración sin retorno de los mares y océanos.

Mientras el derecho del acceso al mar esté sometido al lucro, a una soberanía irracional, a intereses particulares, a los patrones de consumo del capitalismo y al control de transnacionales, estaremos poniendo en riesgo no solo a los mares y océanos,  sino a la vida misma.

El derecho humano al mar no solo debe contemplar un acceso sin restricciones a la libre navegación o aprovechamiento de los recursos marinos, sino que también debe significar el derecho de todos los pueblos con o sin costa a decidir acciones que restablezcan el equilibrio de los océanos, el mar y la Madre Tierra.

¡Jallalla Madre Tierra!

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