La congregación religiosa de los Legionarios de Cristo, perteneciente a la Iglesia católica, publicó el pasado 22 de marzo el Informe anual 2020 Verdad, justicia y sanación, en el que se señala a 27 sacerdotes que abusaron sexualmente de 170 menores de edad entre 1941 y 2020. ¿Qué dicen las víctimas sobre el informe?
Biani López Antúnez Hassey es una de las víctimas del padre Fernando Martínez de los Legionarios de Cristo, la congregación fundada en 1941 por Marcial Maciel, acusado por abusar de al menos 60 menores de edad. Ella tenía nueve años cuando ingresó al Instituto Cumbres de Cancún, en el estado de Yucatán, donde Martínez era director. Desde su entrada, en 1991, el sacerdote comenzó a abusar sexualmente de ella y de otras de sus compañeras, según consigna la agencia de noticias Sputnik.
Pasó un año, cuando ella hizo una carta a una de las maestras, en la que relató lo que Martínez les hacía: las ponía sobre sus piernas, les daba besos en la boca, las violaba. Cuenta que una de las maestras solía llevarlas a la dirección o a la capilla, donde ocurrían los abusos, pero nadie hacía nada a pesar de que las niñas salían llorando.
Después de la carta, todo siguió igual, hasta que Biani le contó a sus padres lo que el sacerdote les hacía. Ellos contactaron a Eloy Bedia, quien en ese entonces era director territorial en México de los Legionarios de Cristo, para denunciar la situación. Sin embargo, no pasó nada.
Después de la denuncia, Martínez fue trasladado a Salamanca, España, bajo el auspicio de los Legionarios de Cristo. El sacerdote, se sabe, tiene un largo historial de abusos, los cuales habría cometido desde 1964 hasta que dejó de ejercer. A pesar de ello, la congregación lo protegió en silencio.
Biani permaneció en silencio por casi 30 años, pero fue hasta 2019, cuando otra de las víctimas de Martínez, quien aún no ha hecho pública su denuncia, la contactó para preguntarle si ella había sido abusada por el sacerdote, que comenzó a pensar en hablar de los hechos como ya lo estaban haciendo otras personas.
En mayo de ese año, la cantante y compositora Ana Lucía Salazar denunció públicamente los abusos de Martínez durante su estancia en el Instituto Cumbres de Cancún. En el marco de la campaña #MeTooMéxico, Salazar dijo que en su caso el abuso comenzó cuando ella tenía ocho años y que las autoridades de la congregación decidieron callar ante las acusaciones.
En mayo de ese año, la cantante y compositora Ana Lucía Salazar denunció públicamente los abusos de Martínez durante su estancia en el Instituto Cumbres de Cancún. En el marco de la campaña #MeTooMéxico, Salazar dijo que en su caso el abuso comenzó cuando ella tenía ocho años y que las autoridades de la congregación decidieron callar ante las acusaciones.
«Era como tratar de pensar que en ese momento podía haber algún tipo de justicia que por supuesto no ha habido, pero sí creo que es como un intento de sacarlo a la luz por lo menos y de señalar al agresor, al victimario…ponerle nombre, ponerle cara y a los encubridores también, porque los encubridores, al día de hoy, tanto Eloy Bedia como el obispo Jorge Bernal, como todos los demás que estuvieron involucrados, siguen impunes, no diciendo y siendo parte de la cúpula legionaria. Es una institución que está totalmente podrida. Es una organización criminal que se dedica a mover violadores de un lugar a otro y abusar de menores y encubrir a los abusadores», expresa.
El nuevo informe: ¿verdad, justicia y sanación?
El nuevo Informe anual 2020 Verdad, justicia y sanación de los Legionarios de Cristo, al que accedió Sputnik, presentó una nueva cifra de víctimas de abusos sexuales y de depredadores sexuales, 170 menores y 27 sacerdotes pedófilos. Los abusos se habrían cometido entre 1941, fecha en que se fundó la congregación, y el 2020.
En el documento se aceptan las acusaciones sobre abusos sexuales contra los menores que radicaban en las instituciones de los Legionarios de Cristo. Se promete agregar el nombre de los sacerdotes, pero en realidad de los 17 señalados en México solo se coloca la identidad completa de tres: Marcial Maciel, Antonio Rodríguez Sánchez y Fernando Martínez Suárez.
Además, el informe apunta que se ha contactado a algunas de las víctimas con el fin de dar seguimiento a sus casos y reparar el daño en la medida de los posible. Sin embargo, Biani cuenta que lo único que ha recibido es un mensaje de Andrés Jaso, vicario de la arquidiócesis, «que me mandó un correo hace como nueve meses para decirme que ya iban a reabrir el caso y que ya iban a hacer algo. ¡Por supuesto no han hecho nada!».
Por otro lado, crítica la política de la congregación de querer «matizar» la problemática a través de cambios constantes no solo en el número de víctimas y victimarios, sino sobre todo en los conceptos para definir qué cosa puede catalogarse realmente como abuso sexual. Dice que «mientras no hagan este ejercicio, mientras no sean transparentes, no van a recuperar nada de credibilidad».
Para López Antúnez una de las formas más adecuadas de reparar los daños es traer a los depredadores sexuales como Fernando Martínez a México para que puedan enfrentar algún tipo de proceso. Además, apunta que es necesario implementar medidas que garanticen la no repetición e, incluso, restituir económicamente a las víctimas.
«Si la Iglesia realmente estuviera preocupada por las víctimas, estarían haciendo una investigación más seria al respecto desde la iglesia y no solo desde los Legionarios. (…) También es cierto que el Estado nos está fallando y le está fallando a los menores que son víctimas de este tipo de abusos, porque pues normalmente una víctima se tarda muchos años en hablar no y que existen estos tiempos de prescripción, pues no ayudan a la víctima y sí ayudan a que los victimarios sigan impunes», concluye.
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