En una decisión que intensifica drásticamente la disputa comercial entre las dos mayores potencias económicas mundiales, la administración del presidente estadounidense Donald Trump confirmó ayer la aplicación de aranceles punitivos del 104% a las importaciones provenientes de China. La medida, que entró en vigor a partir de hoy, se produce luego de que Trump anunciara la escalada a través de su plataforma Truth Social, argumentando que China desea un acuerdo pero desconoce cómo lograrlo. Esta acción unilateral, que duplica con creces los gravámenes existentes, ha generado una inmediata y enérgica respuesta por parte de Beijing, que acusa a Washington de «coerción económica» y advierte sobre la implementación de «contramedidas firmes» para proteger sus intereses nacionales y el orden económico global.
La secretaria de Prensa, Karoline Leavitt, justificó la imposición de los aranceles señalando que Estados Unidos responde con mayor fuerza ante las acciones chinas. La decisión se tomó después de que Trump amenazara con este incremento si China no retiraba los aranceles que impuso a productos estadounidenses en represalia a los gravámenes previos de Washington, que ya sumaban un 54%. Por su parte, el gobierno chino, a través de su Ministerio de Comercio y su portavoz de Asuntos Exteriores, Lin Jian, condenó enérgicamente la medida, calificándola como un intento de imponer una «política hegemónica» y reafirmando su determinación de responder con contramedidas proporcionales para defender su soberanía y desarrollo.
Analistas y expertos en comercio internacional anticipan que las represalias chinas podrían abarcar un amplio espectro de acciones, incluyendo el aumento de aranceles a productos agrícolas estadounidenses, la imposición de restricciones a empresas tecnológicas con presencia en China o incluso la suspensión de la cooperación en áreas sensibles como el control del fentanilo. La escalada arancelaria no se limita a China, ya que Trump también ha amenazado con imponer significativos gravámenes a la Unión Europea y Japón por supuestas prácticas comerciales desleales, lo que ha llevado a la UE a anunciar aranceles retaliatorios sobre bienes estadounidenses, intensificando el riesgo de una guerra comercial global de amplias consecuencias económicas.
La imposición de aranceles del 104% por parte de Estados Unidos marca un punto de inflexión en las relaciones comerciales con China, con implicaciones significativas para las cadenas de suministro globales, los precios al consumidor y el crecimiento económico mundial. La firmeza de la respuesta china y la amenaza de represalias contundentes auguran un periodo de alta incertidumbre y volatilidad en los mercados internacionales, mientras las principales economías del planeta se enfrentan a un escenario de crecientes barreras comerciales y la potencial fragmentación del sistema de comercio multilateral.